Vientos de Cambio

La política de desarrollo de la energía a partir del viento debe ser motivo de orgullo en vista de que tenemos la mayor capacidad instalada per-cápita en América Latina y el Caribe.

Sin embargo, ¿qué estrategias debemos promover con el fin de impulsar una política pública más decidida en relación a un mayor aprovechamiento de ese potencial comercial?, ¿debe Costa Rica fortalecer alianzas estratégicas entre el sector público y la inversión privada para desarrollar los recursos energéticos renovables?

Hace unos años un estudio de mercado coordinado por la Oficina Regional de Biomass Users Network (BUN-CA) logró comprobar que en el Istmo existen interesantes oportunidades comerciales para utilizar la fuerza del viento en la generación de electricidad.

Por ejemplo, el estudio mostró que en ese momento (2002) en la región existía un potencial aprovechable de unos 550 megavatios (MW) equivalente a un poco más de 10 veces de la capacidad de generación eólica actualmente instalada en la Cordillera de Tilarán.

No obstante, la abundante evidencia –teórica y comercial- que confirma los beneficios económico-ambientales del recurso eólico, todavía es necesario dinamizar este tipo de inversiones energéticas.

Además, en este momento existe la oportunidad de aumentar los rendimientos financieros de los proyectos de energía renovable si se monetizan los certificados de reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el marco del Protocolo de Kyoto.

Las respuestas son muchas y variadas, pero la discusión siempre es provocativa. Tal vez ha llegado el momento de considerar un nuevo paradigma energético que permita “soltarle las amarras” a las empresas públicas de Costa Rica para que puedan competir en los mercados eléctricos centroamericanos.

En primera instancia una estrategia de ese tipo podría asegurarnos la cantidad y calidad de energía que requiere nuestro desarrollo económico y socia, incluso ofrecería una oportunidad de llevar a cabo un negocio no-tradicional gracias a la exportación al resto de Centroamérica.

La energía del viento -al igual que las otras tecnologías como la hidroelectricidad, la geotérmica, los residuos agroindustriales (biomasa) o las fuentes solares- representa una extraordinaria opción para llevar a cabo formas sustentables de desarrollo y suplir la demanda eléctrica de las industrias, el comercio y; en un plazo mediano, el transporte convencional.

Para lograr esas metas se debe establecer un marco regulatorio claro para atraer la inversión y ofrecer a los mercados internacionales una legislación moderna que fortalezca las oportunidades para que las empresas públicas concreten alianzas estratégicas con desarrolladores privados.

Además, si las contabilidades de esas empresas lo permiten se puedan endeudar bajo procedimientos expeditos de aprobación y control estatal. Nuevos vientos de cambio en el sector eléctrico aparecerían con políticas fiscales promocionales para convertir a la energía en un medio para el desarrollo sustentable, con posibilidades de exportación, no sólo de la deseada energía, sino también de los servicios de ingeniería asociados a este tipo de negocios.

Ing. José María Blanco